Caracole 33Cl
Nostradamus 33Cl
Saxo Blonde 33Cl
Wells Bombardier 50Cl
Zwijntje 33Cl
La Corne Black 33Cl
Augustijn Grand Cru 33Cl
Bishop Finger 50Cl
Paquita Brown 33Cl
Schlenkerla Eiche Doppelbock 50Cl
Bornem Double 33Cl
Schlenkerla Weizen Rauchbier 50Cl
Straffe Hendrik Quadruppel 33Cl
Gulden Draak 33Cl
Bush Triple 33Cl
Saint Bernardus Pater Sixtus 6 33Cl
Piraat Triple Hop 33Cl
Kasteel Xtra 33Cl
La Chouffe 33Cl
Lindemans Pecheresse 25Cl
Hommelbier 25Cl
Tete De Mort Triple Amber 33Cl
Mont Des Cats 33Cl
Guillotine 33Cl
Rye River Big Bangin Ipa 33Cl
Kwak 75Cl
Zeta Hop American Ipa 33Cl
Palm Sin Alcohol 00 25Cl
Zundert Trappist 8º 33Cl
Palm 25Cl
Petrus Rood Bruin 33Cl
Petrus Aged Pale 33Cl
Schlenkerla Eiche Doppelbock 50Cl
Barbar Blonde 33Cl
Abbaye Des Rocs Brune 33Cl
Perfil técnico del producto: Caracole
La Caracole es una cerveza belga artesanal que destaca por su autenticidad y carácter rústico. Se trata de una amber ale de alta fermentación con una graduación alcohólica que ronda el 7,5% ABV, lo que le otorga potencia sin resultar excesivamente fuerte. Su color es ámbar oscuro con reflejos rojizos, coronado por una espuma cremosa de tono marfil que permanece en el vaso durante toda la degustación. A nivel aromático, ofrece un abanico de notas cálidas y complejas: maltas tostadas, caramelo, frutos secos y ligeros recuerdos de especias que provienen tanto de la levadura como del proceso de elaboración tradicional.
En boca, la Caracole sorprende por su cuerpo medio y su equilibrio. El dulzor inicial de la malta se combina con un amargor moderado que limpia el paladar, dando paso a matices de frutos secos, ciruelas pasas y un sutil toque de cacao. La carbonatación es viva, aportando frescura, y su textura ligeramente cremosa contribuye a una sensación de redondez. Los sabores evolucionan a medida que la cerveza se calienta en copa, mostrando un perfil dinámico y lleno de matices que premia la degustación pausada.
Por sus características, es una cerveza versátil para el maridaje. Combina a la perfección con platos de carne roja, estofados tradicionales, quesos semicurados e incluso postres elaborados con chocolate o caramelo. Esta riqueza sensorial convierte a la Caracole en una opción imprescindible para los amantes de las cervezas belgas con personalidad y tradición.
Historia y fabricante del producto: Caracole
La Brasserie Caracole, situada en Falmignoul, cerca de Dinant (Bélgica), es una de las pocas cervecerías que aún mantiene métodos de elaboración tradicionales con fuego de leña. Fundada en la década de 1990, esta pequeña fábrica de cerveza se instaló en un edificio histórico que anteriormente albergaba otra cervecería, manteniendo viva la tradición local. Su filosofía se basa en producir cervezas de manera artesanal, sin recurrir a procesos industriales intensivos, preservando así la esencia de la auténtica cerveza belga.
El nombre Caracole hace referencia al caracol, símbolo de lentitud y paciencia, valores que la cervecería adopta como parte de su identidad. Sus cervezas son elaboradas con calma, respetando los tiempos de fermentación y maduración necesarios para lograr un producto equilibrado y de calidad. Además, el uso de cobre y leña en la producción no es un simple guiño estético, sino un compromiso real con la tradición cervecera de la región.
A lo largo de los años, Caracole se ha consolidado como una cervecería reconocida por los amantes de las cervezas auténticas. Su catálogo incluye variedades emblemáticas como la Saxo, la Nostradamus o la Troublette, pero la Caracole original sigue siendo una de sus creaciones más representativas. Esta dedicación a la autenticidad ha permitido que la marca se expanda internacionalmente, siendo exportada a distintos países donde los consumidores valoran su carácter artesanal y su conexión con la historia belga.
Curiosidades del producto: Caracole
La cerveza Caracole está rodeada de detalles y curiosidades que la convierten en un producto muy especial dentro del mundo cervecero. Una de las más destacadas es el uso de calderas de cobre calentadas con fuego de leña en su elaboración, un método prácticamente en desuso en la actualidad, pero que aporta un carácter distintivo tanto en el sabor como en el aroma de la cerveza. Esta técnica tradicional le confiere un perfil único que resulta difícil de reproducir en procesos industriales.
Otro aspecto curioso es su imagen de marca: el caracol no solo es un símbolo simpático y reconocible, sino que transmite la filosofía de disfrutar la vida y la cerveza sin prisas. Este espíritu se refleja también en sus etiquetas coloridas, que aportan un aire desenfadado y artesanal. En festivales cerveceros y ferias internacionales, la Caracole siempre capta la atención por esta combinación de tradición, autenticidad y originalidad visual.
Además, la Caracole suele considerarse una cerveza de colección por parte de aficionados que valoran tanto su contenido como su presentación. Su conexión con la cultura belga, la resistencia de la cervecería a la industrialización y su proceso artesanal la han convertido en un icono dentro del universo de las microcervecerías. Incluso hay quienes visitan la Brasserie Caracole únicamente para conocer de cerca el singular proceso de producción a leña y disfrutar de una experiencia enoturística única en Bélgica.
